Por: Lic. Armando Rivero Manjarrez
Almagra es un hermoso
corregimiento de Ovejas, su cerro de
gran altura es una hermosa panorámica de gran atractivo que permite visualizar
la belleza de las montañas y la exuberante vegetación característica de los
Montes de María, allí aun en las horas de la mañana se ven las nubes besar la
punta y las falda de los cerros, su aire puro y su rocío mañanero purifica el
alma y enaltece el espíritu de los campesinos y viajeros. Es una sensación de
estar en el cielo con los pies en la tierra; es una tierra rica para la
agricultura, es una zona que guarda entre su espesa vegetación los rastros
arqueológicos de aquellas culturas milenarias que hicieron de este lugar un
depositario de sus sabidurías y creaciones. Fue precisamente entre la región
agreste de Vilú y Almagra, que en 1989 se encontró la figura diminuta de oro
tumbaga de escasos 3,5 centímetros que representa a un gaitero Cencenú tocando
la chuana larga (hoy trofeo del Festival).
Esta es la tierra de los
Hermanos Mendoza (Sebastián, Alejandro, Agustín, Magdalena, Chango e Ignacio),
en cuyos rostros se dibujan el paso del tiempo y la marca indeleble a pesar del
mestizaje, de esos ancestros aborígenes Zenú. Ellos orgullosos campesinos
cultivaron la tierra, sembraron y conservaron para Ovejas la tradición de la
gaita, cuyo escenario natural era el atardecer en el rancho para exorcizar el
cansancio y las penas; eran los bautizos, las velaciones a San Pacho y el niño
Dios de Bombacho, promovidas principalmente por Mercedes Márquez en la región.
Allí se sonaban esas melodías ancestrales: el sábalo mayero, la mica prieta,
Pantaleón…nacieron otras que el tiempo y la amnesia han borrado del universo
musical.
En este contexto se rescata
para la memoria la leyenda de la maldición que recibió un hombre que se hizo
canción, La pantera Maligna, de la autoría de Sebastián Mendoza, el hombre que
veía el mundo desde otra cosmogonía. En ella se cuenta la aparición de un
animal negro que causaba terror por toda la zona:
“Ha aparecido un perro que despoja a otros perros
Una pantera maligna, hay que tenerle miedo
Solo bota, solo bota, despoja a los otros perros
Anduvo por Colosó, Chalán y toda la región”
El Festival Nacional de
Gaitas “Francisco Llirene” en el 2012
le rindió homenaje estos dos grandes exponentes de esa gaita campesina: José Ángel Mendoza Gutiérrez (chango) y Alejandro Mendoza Gutiérrez.
José
Ángel Mendoza Gutiérrez (chango)
Nacido el 19 de marzo de
1919. El mayor de los seis hermanos. Cuyos comienzos en la música se remontan a
la época en que se construían una serie de flautas hechas de fitocos de papaya. Acompañó al
maestro Francisco Olivera (el lobo de la Ceiba) en sus correrías musicales. A él se le atribuye ser uno de los primeros
en introducir la gaita corta en la región. En el primer Festival de gaitas se
presentó con el grupo los Cortes, en esta modalidad.
Alejandro
Mendoza Gutiérrez
Nació el 24 de abril de
1940. Su formación musical fue empírica. Su ambiente fue influenciado con la
presencia de maestros como Modesto Álvarez, Antonio Cabrera, Los Hermanos Arias
(Enrique y Calletano). Comenzó a interpretar la gaita macho. A sus 36 años,
acompañó al maestro Antonio Cabrera y sus Sones autóctonos de Mancomoján, en el
cuál también ocasionalmente interpretaba el tambor alegre.
En 1988 obtiene el tercer
lugar, categoría aficionada, con el grupo Primavera de Almagra, acompañando a
su hermano Sebastián como machero.
En los últimos Festivales de
Ovejas, se ha visto interpretando la gaita hembra con el nombre de Hermanos
Mendoza. Siendo declarado en el 2010 fuera de concurso por su primigenia forma
de interpretar la gaita, frente al avance y la influencia de la academia y los
nuevos tiempos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario