domingo, 20 de octubre de 2019

FELIX FRANCISCO ORTIZ FLOREZ: Un golpe de amor, de alegría y de libertad de un tambor


Por: Magíster Armando Luis Rivero Manjarrez
       
Sus manos gruesas campesinas besan el fondo del tambor, sus dedos ágiles acarician el borde y el centro, el cuero del venado aforrao sobre el vaso de banco, no se resiste ante el coqueteo del tamborero fabricante y grita galopante las melodías del ancestro, sonidos viscerales de las entrañas de la tierra, sus tropicones imitan el sonido de los pájaros, del viento, del arroyo, de su corazón, de la naturaleza misma.

De ese mismo material que nutre sus golpes melodiosos, está hecho Francisco Ortiz, cuyo nombre de pila es Félix Francisco Ortiz Flórez, nacido un 2 de diciembre de 1939, en la vereda Joney, esa misma que por su belleza y riqueza natural marcaron el destino musical de su también hermanos Ismael y Enrique Ortiz. Ellos los hermanos Ortiz, bajo el amor maternal de María Francisca Gutiérrez Flórez y la influencia musical de sus tíos y en especial de su padre José Antonio Ortiz, aprendieron el amor por la música de gaitas pues, él como machero acompañaba la gaita hembra de Francisco Olivera, “el lobo de la Ceiba”, en las noches calurosas de verano, en que las gaitas rendían tributo a los santos, para que el cielo llorara y bendijera la tierra y pariera sus frutos.

A sus 19 años, junto con Ismael y Carmelo Causado andaban de parranda en parranda con la música de acordeón y él era dueño de la caja, aunque por la influencia de Pacho Llirene ya había aprendido a fabricar los tambores pues, era amigo de la familia y en una de esas visitas también lo predestinó a ser tamborero, aunque él, aún no había encontrado el camino que le correspondía.

Como nadie escapa a su destino, al igual que Pacho Llirene, Francisco Ortiz con su tambor acompañó a las viejas cantadoras  y con los inicios del Festival Nacional de gaitas integró Los Cumbiamberos campesinos, conjunto que se presentó en el primer Festival en 1985, con la gran  nómina de Atilano Barrios en la gaita hembra, Julio Barrios en la gaita macho, el llamador de Enrique Ortiz y en el tambor de Francisco Ortiz, luego con el transcurrir de los años su tambor integró Los Caciques de la gaita, Tambores del caribe de Julio Martínez, “el lobo”  y por más de ocho años con Flor sabanera del Piñal del maestro Félix Contreras con quién recorrió festivales, parrandas y velaciones.

A este hombre humilde campesino, que no busca más que el golpe de su tambor, en diálogo con la gaita hembra exprese el amor, la alegría y  la libertad de su corazón, la organización Festival Nacional de Gaitas “Francisco Llirene” le rinde un merecido homenaje en su trigésima cuarta edición de 2018.

Salud y vida al juglar, al maestro…

EL SELLO DE LA NEGRA AMALFI EN LA FUNDACIÓN DEL FESTIGAITAS




Por: Magíster ARMANDO LUIS RIVERO MANJARREZ

Con la misma sonrisa y alegría que la caracteriza, Amalfi de Jesús Vásquez Martínez, nacida el  16 de septiembre de 1965, cuenta cómo se convirtió en la única mujer  y secretaria fundadora del Festival Nacional de Gaitas “Francisco Llirene” en año de 1985, aún en décimo grado de bachillerato y sorteando la rigurosidad y la alta exigencia de los docentes del Taboada.  “La negra” como familiarmente se conoce, se encontraba así mismo, adelantando estudios de mecanografía en el “ITEM” con el profesor Aníbal Jiménez;  por su camino y paso recurrente por la casa de “Mingo” Rodríguez, donde se reunía los pioneros del Festigaitas, a su casa ubicada en el sector variante, la propuesta de aliarse al grupo pionero la tomó por sorpresa de la voz de Toño Cabrera, quién con su grupo de amigos pensaron en que ella podría ser la secretaria del evento que se estaba gestando, ya que Rubi Bustamante había renunciado antes de gestarse documentalmente la organización. Con muchas preguntas y dudas dió el sí ante las anticipadas respuestas de “Toño” que le contó que gaiteros si habían más allá de los hermanos Arias que ella conocía y que había que rescatar ese género musical.  Con el sí de Amalfi y su asistencia a su primera reunión se selló y escribió la acta que testifica la Fundación del Festival.

Cuando recuerda ese primer año se sonríe y asegura que fue toda una odisea, una locura, pues sin gaiteros, sin palta, con sobres fueron de casa en casa pidiendo dinero y de pueblo en pueblo reuniendo a los gaiteros. En ese primer evento llegaron diez conjuntos y medio porque el otro se completó con los que llegaron. La guardería “Hogar San Francisco” se convirtió en todo un hotel, la alimentación la preparó el señor Tomás García y la organización del voluntariado Femenino se convirtió en el primer comité de recepción ya en el segundo Festival.

Afirma que el papel de la mujer desde los inicios del evento ha sido fundamental y resalta fuertemente el apoyo de Totó la Momposina, quién sin tanto protocolo y mucha humildad después de participar en eventos nacionales e internacionales arribaba a Ovejas para subirse a la tarima y estremecer al público con su canto y  fomentar la participación de la mujer.

Amalfi con el pasar del tiempo ha ocupado diferentes cargos en la junta directiva, miembro de los comités de apoyo y fundadora e instructora del grupo de danzas del festival. Ya como Licenciada en Ciencias Sociales y la experiencia acumulada mira y reflexiona de manera crítica el evento y anhela volver a ver los grandes foros que se daban con altas personalidades de la academia y la investigación, la feria artesanal, los lanzamientos en diferentes ciudades y los viernes de gaita. 


FELIX FRANCISCO ORTIZ FLOREZ: Un golpe de amor, de alegría y de libertad de un tambor

Por: Magíster Armando Luis Rivero Manjarrez         Sus manos gruesas campesinas besan el fondo del tambor, sus dedos ágiles acarician...