domingo, 20 de octubre de 2019

ALIS BLANCO ABAD GAITAMAR: Gaita, Tambor y Maracas


Por: magíster Armando Luis Rivero Manjarrez.

Los sonidos de las gaitas y tambores que provenían desde la casa vecina la embrujaron a muy temprana edad. Era la vivienda del socio fundador del Festival Nacional de Gaitas, “Joche” Álvarez, quien había fundado la primera escuela de gaitas del municipio. De ese proceso  Alis Blanco Abad,  nacida un 5 de Julio de 1975, llega a aprender ejecutar la gaita hembra conformando la primera agrupación netamente de mujeres llamada “ Diosas de la gaita”, la acompañó en la gaita macho Daisy Chamorro, , en el tambor alegre Dina Álvarez, tambora Jaisy Velilla y el llamador Yadira Álvarez. Ese primer conjunto de gaitas de niñas, fundado por Joche lo presenta en 1989 en el marco de las presentaciones especiales de las escuelas, del quinto Festival Nacional de Gaitas.  Por motivos de salud que la alejó de la escuela por más de un año, Alís debe retirarse y su director reorganiza el grupo, llamándolo Las Diosas de la gaita, entonces llega Andrea Chamorro en la gaita hembra, Daisy chamorro en el macho, Dina Álvarez en el tambor, el llamador Nadia chamorro Oyola y la tambora Adriana Vásquez, grupo que en 1991 logra consagrarse en la historia por ser el primero netamente de mujeres en obtener el primer lugar en gaita larga aficionado.

Luego de recuperase, Rusvelt Meza, de la Fundación hijos de la Sierra Flor de Sincelejo, la invita a participar en el grupo Travesía Palenque, ella en la hembra y Adriana Vásquez en el macho, dos mujeres ovejeras, acompañadas de muchachos sincelejanos,  participan por dos ocasiones en el festival.

Lo difícil del desplazamiento a la capital, los estudios y otras circunstancias hacen que Ali desista de ese proyecto y bajo el liderazgo de su hermano Nawi Blanco Abad, quién le enseña ejecutar la gaita corta y dirigía el grupo Tumbalí, le conforma el grupo Gaitamar, con el remanente de amigos y músicos que por circunstancias de las reglas del festival que limitan su número a seis, quedaban por fuera de la participación. Fue así que en 1996 obtiene el tercer lugar en gaita corta aficionada con la nómina de Daisy Chamorro en las maracas, Jhonatan Mate en el tambor, José Baloco en el llamador, José Jaime Ricardo en la tambora y Aris Asor Andrades cantando.

Después de cinco años de receso en la participación, en 2001 Alis reaparece con Harold Barreto en el tambor, Jaison Zafra en el llamador, Amaury Cardenas en las maracas y Lia Pomares cantando. Este año fue muy especial por diferentes circunstancias, primero, Alis es madre de un niño de dos años y mujer de hogar cuyas obligaciones y tareas le demandaron a ella y a sus compañeros de grupo amoldarse a horarios de prácticas que fueran después de  cumplir con esos deberes y segundo superar los prejuicios y discriminaciones de los varones de otros grupos que le decían que ella no tenía ni la fuerza, ni la capacidad para tocar gaita machihembriada como lo testifica una anécdota de ese año: antes de subir a la tarima para iniciar la competencia, se le acerca un músico de otro grupo y le quita su gaita y la reta: “si usted es gaitera, toque con la gaita mía, su gaita es simplecita, no sirve”. Javier Cabrera al escuchar aquello interpela al intrépido joven y le ratifica que ella está acostumbrada a tocar gaitas duras y le sentencia que si ella la toca, ella se queda con esa gaita. Alís con su grupo subió a tarima con esa misma gaita que la llevó a la final y le dio el mérito de ser la primera mujer tocando gaita machihembriada, en obtener el primer lugar en el concurso gaita corta única. 

Alis se ha paseado por diferentes festivales del caribe participando y siendo invitada especial para promover la participación de la mujer en la gaita corta y larga como en el festival de San Jacinto. Su constancia diaria en tocar el instrumento e incluso durante su embarazo contagió a su hijo que hoy se perfila como un gran machero y a su esposo Federico Manuel Rivero “remanga” quién bajo la timidez, en la intimidad del cuarto o el patio de su casa toca la gaita ratificando que en el hogar de Alis Blanco Abad, la gaita es la voz comunicante y centro de las relaciones familiares.


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