En 1989 en vilut, cerro de almagra se encontró la prueba más
fehaciente de nuestra historia antropológica y musical, la mohán, figura
indígena en oro tumbaga que representa a una gaitera o sacerdotisa de la tribu.
Pero mucho más atrás del hallazgo otra prueba viviente nos reflejaban el legado
histórico de lo que somos, de lo que sentimos, de lo que sabemos, de los que escuchamos,
sin duda alguna los hermanos Mendoza: Sebastián, José y Alejandro Mendoza.
En sus rostros, inolvidables para nuestra historia,
claramente se reflejan el ancestro indígena que afloraba mucho más con su
marcada notas de gaitas tristes, gaitas melancólicas, gaitas que lloraron la
partida de Sebastián y hoy lloran la partida de José “Chango”, uno de los
primeros en introducir la gaita corta en la región y una figura perpetua de la
memoria de un pueblo que vive alegre.
La humildad y la sencillez de estos hombres son el reflejo y
la esencia del hombre campesino, hombre que trabaja la tierra sin esperar nada
a cambio, como aquellos instantes en que sus gaitas sonaban simplemente para
dar alegría y recibir simplemente el éxtasis del movimiento de los cuerpos, la
euforia de los rostros y el grito de un uepaje.
Que suenen las gaitas, que se escuchen tristes, que nos
arruguen el alma…a dios o hasta luego José, hasta siempre chango porque en las
esquinas del pueblo seguirán sonando las panteras malignas, los ratones que se
le ruyen las abarcas y el cinturón al abuelo;
porque las nuevas generaciones le seguirán sonando las gaitas al niño
dios de bombacho para que no desaparezca y reaparezca bajo los nidos de
gallina, porque las gaitas seguirán sonando en agradecimiento a San Francisco
de Asís para que la tierra sea fructífera. Para que la historia que ustedes
marcaron no sea un punto final, sino simplemente unos puntos seguidos en un
pueblo que vive intensamente sus tradiciones.
Que Dios te bendiga y bendiga a nuestro pueblo.
Festival nacional de
gaitas “Francisco llirene”
12 de Julio de 2014